Durante el día, Lera estudia al ser humano y sus necesidades a través de encuestas de opinión, que son una práctica educativa en el instituto; por la noche, baila bajo el seudónimo de Gerda en un club para mantenerse a sí misma ya su madre. Las personas que conoce son tan desafortunadas como su familia. Su padre se ha ido recientemente por otra mujer, pero él regresa constantemente a casa, incapaz de hacer su elección y, por lo tanto, hace intolerable la vida de las personas cercanas. La madre soporta dolorosamente la ruptura y duerme constantemente, ignorando la realidad. Lera no sabe cómo continuar, a dónde ir y para qué vivir y, lo más importante, cómo mejorar la vida. El mundo adulto, invariablemente desafortunado, que Lera observa día y noche, parece desesperanzado.

Una misteriosa “conferencia” se prepara en un teatro. Natasha, superviviente del sonado sitio de rehenes del teatro Dubrovka de Moscú en 2002 (primera crisis del gobierno de Putin, solucionada de polémica manera) organiza un acto conmemorativo para las víctimas. Una tensa y fantasmal ceremonia catártica con la que Tverdovskiy ("Jumpman") confecciona desconcertantes estampas y levanta escamas en la historia reciente de Europa. ¿Hasta qué punto la memoria histórica es un acto de justicia, una acción terapéutica o una traba para labrarnos un futuro? Tanto olvidar como recrearse en el trauma son dos filos de una misma navaja. (SEFF)