Alba y Martín emprenden un viaje hacia el sureste español. Hacen una parada en un cortijo aislado en mitad del desierto, cuya explanada está repleta de muebles y objetos a la venta. A medida que observan en silencio esas reliquias pertenecientes a relaciones rotas, perciben la nostalgia por un sentimiento ya agotado, cuyos últimos estertores les muestran que su viaje es una huida hacia delante.

Antonio (32) tiene que volver a Écija, una ciudad en el interior de Andalucía, después de mucho tiempo. Es Semana Santa. Allí se reencuentra con su familia y con su hermano mellizo Javier que tiene una discapacidad física y necesita su ayuda. Antonio tendrá que manejar esta situación y enfrentase a una difícil decisión: quedarse y ayudar a los suyos o volver a la vida que ha construido fuera.

Sevilla, 1977. En un momento en el que la homosexualidad es delito, Reme, una madre tradicional movida por el amor de su hijo, un adolescente aspirante a artista, se involucrará en el movimiento LGTBI andaluz, gestado paradójicamente en el seno de la Iglesia.

Laura conoce a Carlos en una fiesta. Ambos bailan, beben y se divierten en una noche difícil de olvidar.

Marta (Katia Borlado), una profesora adjunta en la universidad, está a punto de irse a vivir con su novio Leo, pero antes, decide pasar unos días en Gijón junto a sus padres. Es allí donde se reencuentra con amigas y antiguos amores de la infancia, como Pablo (Álvaro Quintana); con el que tendrá una recaída amorosa y trastocará todos sus planes de futuro. ¿Volverá a Asturias a retomar su relación con Pablo? ¿O seguirá en Madrid junto a Leo? El verano se acaba y Marta tendrá que decidir entre lo que le dice la cabeza y lo que le dice el corazón.

Nacho ha estado trabajando lejos de Málaga, su ciudad natal, durante un año. Regresa para examinarse de coche por octava vez. Está tan avergonzado que solo le ha contado esto a su mejor amigo, Jorge. Pero este, no es el único secreto que Nacho ha guardado a sus amigos.

Antonio se fue a Madrid. Hace ocho años que recogió sus cosas y se marchó del pueblo. Emma fue el que se quedó. Durante la noche del Jueves Santo en Écija, la de El silencio, Antonio y Emma recorren juntos los lugares que antes frecuentaban. Tratan de reconocerse, pero ya no parecen ser los mismos. Ahora, el único camino posible es el que ya se eligió.

“Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien.”