Prudencio es un agricultor sevillano conocido en su pueblo. Vive separado y su vida es el campo y pasar tiempo junto a su hija Lucía de 7 años. Es la temporada de recogida de naranjas y Prudencio y sus trabajadores trabajan día y noche para tenerlas a punto para los camiones que se las llevarán al día siguiente. Ese mismo día, a plena luz del día, varios ladrones entran en la finca de Prudencio y le roban una gran cantidad de naranjas. Prudencio pierde el contrato que tenía apalabrado y empieza a sospechar quién puede estar detrás del robo.

Antonio (32) tiene que volver a Écija, una ciudad en el interior de Andalucía, después de mucho tiempo. Es Semana Santa. Allí se reencuentra con su familia y con su hermano mellizo Javier que tiene una discapacidad física y necesita su ayuda. Antonio tendrá que manejar esta situación y enfrentase a una difícil decisión: quedarse y ayudar a los suyos o volver a la vida que ha construido fuera.

Violeta y Samuel, una madre con aires de misantropía y su hijo adolescente, tratan de reconciliarse con ellos mismos y con la vida durante sus vacaciones forzadas, que por circunstancias, pasarán en un destino inesperado, un complejo comercial del sur de Madrid.

Jose, un adolescente que nunca ha salido de su pueblo en Andalucía, pasa el verano en la carnicería de su padre. Durante un encargo conocerá a un misterioso hombre que despertará en Jose sentimientos desconocidos para él.

María de la O es una mujer que acaba de enviudar y sufre un trastorno de pica que se manifiesta en su necesidad compulsiva de tragar aceitunas enteras sin curar. Tras asumir las funciones de su marido en el campo y ante la negativa de los colaboradores habituales a trabajar con ella, tendrá que aceptar a un grupo de jornaleros poco común.

Un guardés (Víctor Clavijo) de un finca andaluza en los años 70 pierde a su hijo en un accidente en una montería. Esta desgracia provoca una gran tensión con su esposa (Ruth Díaz) que terminará de la peor manera posible. Todo esto provocará un gran tormento y dolor en su marido el cual acabará culpando de toda su desgracia al dueño de la finca, que también era el responsable de la cacería donde murió su vástago.