Por su descomunal personalidad y sus feroces golpes, Mike Tyson dominó el mundo del boxeo durante los 80 y los 90. Incluso cuando "Iron Mike" estaba en la cárcel, la categoría de pesos pesados le seguía perteneciendo. Mientras tanto, como si fuese Ahab esperando pacientemente para capturar a la enorme ballena, Evander Holyfield aguantó durante años para tener la oportunidad de derribar a Tyson.

En octubre de 1980, Muhammad Ali se preparaba para luchar por un cuarto título de peso pesado contra su amigo y antiguo compañero de entrenamiento Larry Holmes. Decir que el gran Ali estaba en el ocaso de su carrera sería generoso; la mayoría de sus admiradores, amigos y cronistas de boxeo consideraban que sus bravuconadas eran delirantes. ¿Qué le quedaba por demostrar?

Un escandaloso productor, Charlie LaRue (Christopher Meloni), está a punto de cumplir su sueño de hacer una película sobre las bromas más ofensivas y sucias jamás contadas. Sólo puede tomar la corona quien escriba la broma más sucia jamás contada y Charlie hará todo lo posible para ser el rey.

Ha ocurrido una desaparición masiva en un abrir y cerrar de ojos, el rapto de la iglesia. Instantes después de la confusión, el FBI es avisado para investigar y encontrar a las personas desaparecidas. Para el agente Adam Riley (David White), es algo personal. Para el agente Charles Baker (Kevin Downes), no tiene importancia, no es más que un trabajo. En poco tiempo, la investigación apunta hacia un hombre misterioso (Brad Heller) que parece estar creando una organización paramilitar. ¿Oculta este hombre la clave de la verdad que el mundo está buscando?