Esta ficción en clave de humor afronta las aventuras y conflictos cotidianos de los vecinos de un edificio de nueva construcción en las periferias de una gran ciudad. Mirador de Montepinar es un inmueble que consta de un total de diez viviendas y de cuatro locales. Sus residentes y empleados conforman un singular y heterogéneo grupo.

Adela y su familia regentan una tienda que abre las 24 horas del día y será escenario de numerosos conflictos familiares y lugar de paso de numerosos personajes. Detrás del mostrador según el turno, que poco respetan, podemos encontrar a Polo, hijo de Adela que ronda los 40, con mucho morro, seductor y con reconocido talento para el escaqueo; a Guillermo, el hijo menor por edad pero mayor por madurez; a Cris, novia de Guillermo que ha tenido diversos deslices con Polo; a Park, un inmigrante ilegal que lleva en la tienda más años de los que la misma Adela pueda recordar; y Tito, marido de Adela, un artista conceptual y delincuente a la vez. Todos ellos viven justo encima de la tienda, en un piso en el que de vez en cuando aparecerá el espíritu de la abuela para hacer las travesuras típicas de un fantasma.