Un respetable ciudadano es asesinado en Nápoles. El juez Spiccaci, encargado de la investigación, descubre que la víctima, un hombre de inofensiva apariencia, pertenecía a una vasta organización criminal que domina Nápoles. Las fuertes presiones que Spiccaci sufre por parte de importantes personalidades del mundo de la política y de la aristocracia, implicadas en el caso, e incluso por parte de los familiares de la víctima, están a punto de hacerlo claudicar. Sin embargo, tras la inesperada muerte de una persona inocente, se convence de que debe llegar al fondo de la investigación, aunque para ello sea preciso procesar a la ciudad entera.

Mastro Agostino Miciacio, zapatero, portero y devoto de San Juan degollado, trata de averiguar quien ha estado robando el aceite que mantiene las velas encendidas al santo. Por otro lado, no aprueba al novio de su hija y se opone a su matrimonio.

Para salvar a su padre de la ruina, Elena abandona a su novio médico para casarse con un banquero rico que, implicado en la muerte accidental de una prostituta, muere envenenado.

Durante la ausencia de su marido, que se encuentra en un viaje de pesca por los mares de la China, Carmella es seducida por Vito, un joven pescador.

El pintor Tommaso Bardelli, de Livorno, salva a Marta durante una noche en Florencia. El artista lleva a la chica a Calafuria, donde se enamora de ella.

Gira la narración en torno a un episodio amoroso surgido a la llegada a Nápoles de un prisionero de guerra y una linda enfermera, lo que da Iugar a una serie ininterrumpida de escenas, en las que la abnegación, y el sacrificio, tan bien logradas, hacen triunfar al hermoso film.