Este era un hombre. Vivía con su madre. Le importaba una casa señorial en el campo de Chile. Un día, el hombre encontró un hueso en el jardín. El hueso estaba aburrido. Esa fue una flauta de hueso. El hombre con la reproducción de la música flauta. Y la canción de la música se convirtió en. La voz de la canción pidió buscar los otros huesos de su cuerpo disperso. El hombre y su madre estaban en esas formas de Dios y el infierno, buscando los huesos que conforman el esqueleto de ese cristiano. Y dale un entierro cristiano. Y vieron lo que vieron, vivieron lo que vivían. Muchas historias vivieron. Y aunque no le dijeron a nadie, otros les dijeron.

En los comienzos del verano de 1986, un grupo de actores y actrices dirigidos por Andrés Pérez, montaron la obra de teatro callejero “Todos estos años” que presentaron frente a la Catedral de Santiago, el Barrio Bellavista, la Población La Bandera, el Parque O’Higgins, la Plaza del Mulato y muchos otros lugares de Santiago. Premunidos de megáfonos, disfraces, instrumentos musicales, muñecos gigantes, zancos y banderolas, se instalaron en diferentes puntos de la ciudad donde levantaron andamios en los que se encaramaron para convocar al público a presenciar su espectáculo de canto, música, baile y pantomima en el que contaron historias que escarbaban sigilosamente en el acontecer de los últimos años de la dictadura militar a fines de la década de los ochenta. Pasaron 25 años, Andrés Pérez había muerto y los actores callejeros pasaron a ser referentes del teatro y la televisión, cuando Flores retomó las imágenes ochenteras para crear este documental-homenaje.