Año 2015, los últimos yacimientos petrolíferos se han agotado. El mundo se sume en el caos más absoluto. Para tratar de paliar la extrema situación se toma una medida drástica: reducir la población mundial. Se crea una droga que convierte a los humanos en bestias sedientas de sangre humana conocidas como "biosyns". Los biosyns están ciegos, pero su sentido del olfato y del oído están más que desarrollados. Max, es el único superviviente que día tras día se ve obligado a luchar a muerte contra los biosyns. Si al principio la defensa le resulta asequible, poco a poco parecen ir evolucionando y comportarse de una manera más inteligente: se comunican entre ellos, cazan en manadas y da la sensación de que recuperan la vista. La corporación que creó la droga, harta ya de que Max se pase el día masacrando biosyns, decide enviar un grupo de soldados modificados genéticamente llamados Trackers.

Cuando una mujer policía no actúa en un tiroteo, una ambiciosa periodista no se detendrá ante nada para explotar su historia, exponiendo a su familia a la aterradora ira de una mujer que no tiene nada que perder.

Después de que Tom Hurndall muera tras ser disparado en la cabeza, sus padres Antonio y Jocelyn llegan a Israel para saber las circunstancias de la muerte de su hijo esperando la simpatía y cooperación de las autoridades israelíes. Sin embargo, encuentran una explicación oficial que no se corresponde con los relatos de los testigos y un gran muro de silencio. (FILMAFFINITY)